LA POSADA DEL TENOR - Molledo, Cantabria

Silvia G

Fuimos de escapada a celebrar nuestro aniversario y nos quedamos encantados! El lugar es precioso y muy tranquilo, la posada está decorada con mimo y buen gusto (tanto las habitaciones como las zonas comunes) y el trato por parte de Eduardo fue estupendo ☺️, super amable y simpático. Especial mención al desayuno y la tortilla de patatas casera, está de vicio! Su perrito César también es majísimo ????. Recomendaremos el lugar y seguro que volveremos por ahí. Muchas gracias por todo ????

Nacor

Estuvimos hace un par de semanas con nuestra perrita, y la verdad que ha sido inolvidable. El entorno es precioso, la casa y sus jardines transmiten paz y tranquilidad y por supuesto Eduardo y César son los mejores anfitriones posibles. La tortilla superó todas las expectativas... Repetiremos seguro

Daniel Heitzenröder

¡La Posada es simplemente espectacular! Su ubicación en plena naturaleza es maravillosa, permitiendo una relajación total y la posibilidad de disfrutar de la belleza natural. Las habitaciones y la decoración del edificio son de un gusto exquisito. Eduardo, el anfitrión, destaca por su encanto, excelente gusto y profundo aprecio por el arte y la cultura. Me sentí verdaderamente cómodo en este pequeño paraíso y sin duda regresaré. ¡Totalmente recomendado!

Natàlia Garcia

Toda Cantabria es espectacular, pero alojarse en La Posada del Tenor hace que la experiencia sea aún más especial. La casa es preciosa y cada estancia está decorada con todo lujo de detalles. Las vistas desde el jardín te dejan sin palabras. Es un lugar que rebosa mucha luz, arte y amor. Eduardo es una persona encantadora y te da consejos que solo un local puede dar: buenos restaurantes, rutas y sitios inéditos que seguramente no aparecen en las guías turísticas. Su tortilla de patatas está mucho más rica de lo que podáis imaginar (también nos declaramos fan de los higos que prepara su padre).

Sara Concepción Pérez García

Maravilla de sitio! Casa realmente espectacular, luminosa y decorada al detalle con muy buen gusto. En nuestro caso nuestra habitación para dos adultos y dos niñas, muy amplia y chulisima con un pequeño altillo donde se ubicaban las habitaciones de las peques. La casa tiene tb varias zonas comunes muy agradables, salón y zona de lectura. Pero sin duda el paraje es lo más impresionante, unas vistas increíbles que hacen de la estancia de los más relajante. El desayuno espectacular tb. Y Eduardo el dueño, muy agradable. Para repetir y recomendar sin duda!

Llorenç Crespo

En nuestra escapada por Cantabria, hemos tenido la suerte de alojarnos en esta posada. No nos esperábamos encontrar un lugar con tanta paz. Teníamos pensado hacer el check-out a las 9h, pero finalmente nos fuimos a las 11h porque nos sentamos a relajarnos en el jardín con esas vistas y tan bien cuidado por Eduardo. El desayuno muy rico. Si volvemos por Cantabria, pararemos otra vez, seguro.

Arantxa Sanchez

Nos hemos alojado 7 noches durante el mes de Agosto y nos hemos sentido como en casa. Hemos ido con Pepe, nuestro perrito caniche, y ha estado tan o más feliz que nosotros!
El entorno es un paraíso para los amantes de la naturaleza: hay rutas super bonitas para MTB, paseos por el campo, ríos cerca en los que bañarse, pueblecitos con encanto e interés cultural… en general una zona sin aglomeraciones, perfecta para descansar.
La casa es una joya, una maravilla, con una decoración muy cuidada y especial.
La habitación (estuvimos en la 0) es muy confortable y a pie de jardín.
El desayuno es casero

mireia noguera

El lugar es precioso, con un entorno idílico y unas instalaciones rústicas que tienen un toque personal muy especial. Sin embargo, nuestra estancia tuvo dos incidentes que la hicieron menos agradable, dejándonos con un recuerdo agridulce.

En primer lugar, la casa acepta mascotas sin coste adicional, lo cual nos pareció perfecto y mostraba confianza en la responsabilidad de los dueños de las mascotas. Lamentablemente, teníamos dos perras pequeñas y el perro residente, Cesar, intentaba montarlas a pesar de que Eduardo, el propietario de la casa, le indicara que no lo hiciera. Esto hizo que, a p